SAN FERMÍN – PAMPLONA

Celebraciones en honor a San Fermín han tenido lugar en Pamplona desde antes del siglo XII, pero originalmente éstas tenían lugar el 10 de octubre. No fue hasta 1591 cuando, debido a las inconveniencias meteorológicas, el gobierno de Pamplona y su obispo decidieron trasladar la celebración a julio.

El 7 de julio era ya un día en el que tenían lugar ferias y corridas de toros en Pamplona. Moviendo la fiesta en honor a San Fermín del 10 de octubre al 7 de julio, se fusionaron estas dos celebraciones.

Sin embargo, las fiestas de San Fermín no se hicieron famosas hasta los años 30, gracias principalmente a Ernest Hemingway.

En 1921, Ernest Hemingway se mudó a Paris para trabajar como periodista para un diario canadiense. Dos años más tarde, visitó Pamplona durante San Fermín por primera vez, en busca de material para terminar un artículo.

Desde el principio, el espectáculo de las corridas de toros le afectó profundamente, tanto que se convirtió en un asiduo a las fiestas. Durante los Sanfermines de 1925, Hemingway corrió en los encierros por primera vez (aunque hay quién asegura que nunca lo hizo) y fue testigo de su primera víctima mortal.

En 1925 Hemingway comenzó además a recopilar información para una novela. Para entonces, tenía ya muchos amigos en Pamplona y disfrutaba del buen ambiente del casco viejo y la Plaza del Castillo durante las fiestas.

Hemingway frecuentaba a menudo los bares Txoko y Café Iruña, así como otros que ya no existen. También hizo amistad con varios toreros y le gustaba acompañarles durante el ritual anterior a la corrida.

Poco más de un año más tarde (octubre de 1926), fue publicada su novela “The Sun Also Rises” (“Fiesta” en español). El libro narra las aventuras de un grupo de emigrantes británicos y americanos que viajan a las fiestas de San Fermín a ver los encierros y las corridas de toros. Aunque en aquel momento él no lo sabía, su libro cambiaría los Sanfermines y la ciudad de Pamplona para siempre.

Todos los días, el encierro va precedido del mismo ritual. Antes de su comienzo, los corredores se reúnen alrededor de la imagen de San Fermín situada en la calle de Santo Domingo, a tan solo unos pasos del corral donde se encuentran los toros.

Cinco minutos antes de las 8, los corredores entonan la tradicional canción “A San Fermín pedimos” primero en español (“A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición”) y a continuación en euskera (“Entzun arren San Fermin, zu zaitugu patroi, zuzendu gure oinak, entzierro hontan otoi”).

La canción va seguida del grito "¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!”. Y todo esto se repite otras dos veces durante esos últimos minutos antes del comienzo del encierro.

A las 8 en punto de la mañana, se lanza el primero de cuatro cohetes, indicando el comienzo del encierro – se abre la puerta del corral para que salgan los toros. Es entonces, cuando los primeros participantes empiezan a correr. El lanzamiento del segundo cohete indica que todos los toros han abandonado el corral.

En ese momento, los 6 toros ya se apresuran por las calles del casco viejo de Pamplona: de la calle de Santo Domingo al ayuntamiento, siguiendo a lo largo de la calle Mercaderes para continuar por Estafeta, terminando en la plaza de toros.

Aunque el recorrido parece largo (850 m), el encierro transcurre muy rápidamente y, por lo general, dura menos de 4 minutos. De vez en cuando, la manada se separa quedando alguno de los toros rezagado y aumentando así la peligrosidad del evento. Por esa razón, entre otras, los cuatro cohetes son tan importantes – indican a los participantes la situación actual.

Una vez que todos los toros han llegado a la plaza y la puerta se ha cerrado, se lanza el tercer cohete. El último cohete, el cuarto, indica que la manada ya está encerrada en el corral de la plaza de toros.

Las fiestas de San Fermín comienzan en la plaza del ayuntamiento, donde la multitud comienza a congregarse la mañana del 6 de julio, esperando a que el reloj marque las 12. Es tradición vestirse de blanco y llevar un pañuelo rojo – pero es recomendable que no sea ropa valiosa, ya que no va a durar blanca mucho tiempo.

A medida que las 12 del mediodía se acercan, el alcohol empieza a fluir. Decir que las personas en la plaza están apretadas como sardinas en lata es quedarse corto, así que ¡prepárate!

Un poco antes de las 12, el alcalde de Pamplona se asoma al balcón del ayuntamiento, acompañado de la persona elegida ese año para lanzar el txupinazo. Cuando el reloj marca las 12, esa persona grita “Pamploneses, Pamplonesas, Viva San Fermín! Gora San Fermín!” y lanza el tan esperado chupinazo.

Es en ese momento cuando la multitud en la plaza estalla. Miles de botellas son descorchadas y todo el mundo se saca el pañuelo rojo del bolsillo y se lo cuelga alrededor del cuello. Es el comienzo de una larga semana de fiesta, alcohol y excesos.

Tras el txupinazo, la gente se empieza a dispersar poco a poco a través del casco viejo, celebrando el comienzo de San Fermín – bebiendo, cantando, bailando… También es tradición “pedir agua” a los vecinos del casco viejo, que tiran cubos desde sus ventanas a la gente que festeja en las calles (muy apreciada porque siempre hace mucho calor durante el txupinazo).

La ciudad de Pamplona es hogar de la segunda plaza de toros más grande de España y cuarta del mundo. Aunque las corridas durante Sanfermines comienzan a las 6:30 de la tarde, para algunos es el comienzo del día, mientras que muchos otros aún no se han ido a la cama.

La plaza de Pamplona está dividida en dos zonas bien diferenciadas: sol y sombra. Son muy distintas, no solo por el calor, sino también por el ambiente.

Por supuesto, las entradas son más caras en la sombra, donde el público es más tranquilo y se dedica a disfrutar del espectáculo en el ruedo. Por otro lado, en la zona de sol es donde se sientan las peñas (grupos de socios que se juntan para celebrar San Fermín, compartiendo todos el mismo atuendo característico con el nombre de la peña) y la gente con ganas de fiesta.

Es un auténtico espectáculo en si mismo, con un gran ambiente festivo. El kalimotxo y la sangría son pasados de mano en mano mientras varias bandas tocan música.

Tradicionalmente la corrida comienza con la presentación de los participantes en el ruedo. A continuación, empieza el espectáculo: seis toros para tres toreros, es decir, seis “faenas”. Cada faena está dividida en tres partes, con el toro muriendo en la parte final.

Una vez que el toro ha muerto, el presidente de la plaza juzga la calidad del trabajo del torero, otorgándole una oreja, dos orejas o dos orejas y el rabo. Pero si se considera que el torero no ha hecho bien su trabajo, la audiencia le abuchea.

La gente que acude a las corridas disfruta tanto del espectáculo taurino como del ambiente en las gradas. Es tradición hacer un descanso después del tercer toro para la “merienda”, siempre acompañada de algo para beber, normalmente sangría.

Aunque la merienda puede ser un simple bocadillo, hay gente que se lo toma muy enserio y lleva comida muy elaborada. Los pamplonicas están encantados de compartir su merienda (especialmente con extranjeros que desconocen la tradición). A medida que el alcohol fluye en las gradas, la generosidad también aumenta.

La noche del 14 de julio, a medida que la medianoche se acerca, la gente comienza a reunirse en la plaza frente al ayuntamiento entonando los versos “pobre de mí, pobre de mí, que se han acabado las fiestas de San Fermín”. Es tradición llevar velas y/o agarrar el pañuelo rojo entre las manos mientras se canta.

Es un momento triste, ya que se terminan los Sanfermines, pero también es el comienzo de la cuenta atrás para el año siguiente. Aunque cada año más y más gente participa en el “Pobre de mí”, es un evento menos multitudinario que el txupinazo.

Las fiestas de San Fermín están dedicadas al santo del mismo nombre y, debido a sus orígenes católicos, a lo largo de la semana tienen lugar varias celebraciones religiosas.

La más importante de ellas es la procesión de San Fermín el día 7 de julio. La figura del santo sale de la iglesia de San Lorenzo a las 10 de la mañana y va en procesión a través del casco viejo durante una hora y media hasta que regresa a la capilla.

La música también desempeña un papel importante durante la semana de San Fermín. Cada peña tiene una banda de música que toca todo el día a través de las calles de Pamplona. Además, está la banda de música municipal llamada “La Pamplonesa” y hay conciertos gratuitos, tales y como el ciclo de jazz en el Paseo Sarasate, música vasca tradicional, etc.

Cada mañana, el desfile de gigantes y cabezudos recorre el casco viejo de Pamplona, entreteniendo a niños y adultos. También hay barracas, además de otros juegos y actividades para los más pequeños. Y, a las 10 de la noche, el tradicional toro de fuego persigue a los niños en la plaza frente al ayuntamiento.

Una hora más tarde, a las 11 de la noche, llega el turno de los fuegos artificiales. Todos los días, durante aproximadamente media hora, fuegos artificiales son lanzados desde el Parque de la Ciudadela. La gente se reúne alrededor del parque, donde es posible tumbarse en la hierba y disfrutar cómodamente del espectáculo.

Decir que la ciudad de Pamplona está llena durante Sanfermines es quedarse corto. No solamente está hasta arriba de gente, sino que todo el mundo viene en busca de fiesta – la ciudad se vuelve completamente loca. Si no te gustan las multitudes, quizás San Fermín no sea para ti. O, al menos, te recomendamos evitar visitar durante el fin de semana.

Pamplona es una ciudad segura todo el año. Sin embargo, durante San Fermín la gran cantidad de visitantes atrae carteristas y delincuentes. Como en cualquier otra situación con multitudes, es recomendable utilizar el sentido común. No dejes tus pertenencias desatendidas, no lleves más dinero del necesario y deja las tarjetas de crédito y otros documentos importantes en casa.